Dr. Jesús Enrique Ortíz Calderón
La crisis de la justicia frente al medio ambiente, día a día se agudiza con la realidad de la pandemia, quizás apresurándonos a decir, que si los gobiernos no toman medidas urgentes sanitarias nos veremos avocados a una agudización de enfermedades de toda índole.
Ante la expansión del Coronavirus las personas se han visto obligadas a portar tapabocas que terminan en vertederos y océanos afectando el medio ambiente. Informes de prensa indican que mascarillas desechables, guantes y productos desinfectantes que nos protegen de la propagación de la pandemia del Covid 19, termina en las calles, en los mares y en la naturaleza contaminando el medio ambiente; igual que los guantes, las toallitas y los tapabocas, así como, los frascos plásticos desinfectantes desechables que emplean las personas para su cuidado y la protección de los demás, aparecen esparcidos en parques, calles y hasta en las carreteras, generando contaminación ambiental.
En el mundo entero todas las organizaciones ambientales centran la atención -en algunos casos con desidia-en la protección del medio ambiente, también en Colombia, pero desde la perspectiva de los altos índices de impunidad en materia de judicialización de delitos ambientales, muestran un reflejo en la perspectiva internacional y nacional respecto a cada vez más interrogantes a la hora de ver protegidos los universales recursos naturales. Es poca la cooperación internacional para tratar los crímenes contra el medio ambiente que a diario vivimos los colombianos y aún menor, la cooperación para tratar temas en asuntos penales, como es la deforestación de nuestros parques naturales y la contaminación que genera la minería ilegal.
La crisis planteada, es aprovechada por las empresas criminales, que les permite “hacer de las suyas” mientras la humanidad, encerrada y acobardada por el miedo y la incertidumbre frente a un contagio masivo del Covid 19, muestra un panorama desalentador frente a la criminalidad organizada que traspasa las barreras del orden penal y aprovecha la ausencia de la fuerza pública en zonas distantes para perfeccionar la explotación maderera e incrementar los cultivos ilícitos, al igual que respecto de crímenes ambientales respecto a la contaminación de aguas, aire y naturaleza.
Así es como, grandes empresas criminales se apropian de los recursos naturales, dejando desamparados a quienes necesitan el agua y el medio ambiente para su subsistencia, esos delitos los realizan sin importar el número de familias desplazadas y las masacres cometidas con el fin de lograr la explotación de los recursos naturales. Vemos a diario la contaminación de nuestros ríos por la explotación del oro, lo cual deja grandes extensiones desoladas y familias enteras desplazadas.
Colombia es un país rico en minerales y ve como se los llevan por toneladas, a causa de la minería ilegal y la explotación maderera, día a día, va deforestando nuestras selvas para la siembra de cultivos ilegales. Debemos tener una cultura social para defender lo que es de todos y más, nuestros recursos naturales que son fuente de salud y vida. Sólo nosotros los fiscales debemos combatir el crimen organizado en materia ambiental y luchar porque nuestro estado amplíe la planta de personal para que sean más los fiscales en las regiones que defiendan el medio ambiente.
Termino este clamor social que vivimos los colombianos, el cual no se aleja de los problemas arraigados en el mundo entero, con apartes de lo expresado por nuestro Secretario General de la Asociación Internacional de Fiscales HAN MORAAL en el pasado boletín de prensa del mes de julio del 2020 cuando dijo:
“Quizás todavía hay una relación con la crisis del Covid-19, pone nerviosas a las personas, así que también líderes, supongo. Algunos líderes manejan la crisis de una manera tranquila, tranquilizando a su gente, mientras que otros líderes se vuelven extremos. De todos modos, no es el mejor momento para la justicia.
¿Están esos líderes gritadores, nerviosos y agresivos destruyendo los sistemas judiciales del mundo? No necesariamente. La justicia es más que solo leyes; La justicia también está en la mente de los jueces y fiscales. Lo que realmente mantiene el estado de derecho y la justicia son las fuertes culturas judiciales de todo el mundo. Ningún líder que grita, ningún simple cambio de ley puede hacer volar esas fuertes culturas judiciales.
Aquí, mis queridos compañeros fiscales, tenemos nuestra responsabilidad. Donde las cosas se ponen difíciles, los difíciles se ponen en marcha. Entonces, con la cabeza hacia arriba y hacia atrás, hagamos nuestro trabajo con un enfoque claro en la Justicia.”